martes, 15 de enero de 2008

y dicen que leen


Subí en Manuel Montt, el metro iba atestado… como siempre a las 6 con 40. sumergida en la masa corporal que reúne a la clase trabajadora con la escolar comencé a desesperarme. A mi lado inmediato iba el gordito futbolero del curso… los pelos bien parado, los cachetes rojos y la transpiración cayéndoles de las patillas.
Trate de desviar mi atención, pero respirando en mi espalda alguien comía chicle. Como vaca rumiando, habría dicho mi madre y entonces comenzó hacer globos y reventarlos rápidamente. Pensé que nada peor podría sucederme. Finalmente estaba en Baquedano, comienzo mi frenética bajada de escaleras para escapar de la jungla, cuando escucho a dos amigas conversar, el dialogo era acerca del libro que una de ellas leía y que por supuesto no recordaba el título, pero le relata la historia, la cual califica de muy tierna, el libro trataba de un príncipe que vivía solo en un planeta y regaba su planta.
Quise voltear y golpearla por no saber el nombre del libro, luego recordé “el lado oscuro del corazón” cuando el protagonista le pregunta a una cajera si conoce a Benedetti y ella le responde: ¿trabaja aquí?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja le faltó decir: "Un príncipe chiquitito"... qué divertido cuando se pescan esas historias parando la oreja en la vía pública.

¡Saludos!